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¿Qué es la asertividad?

Hay quien tiene la idea –equivocada- de que ser asertivo es decir abiertamente lo que uno piensa, siempre, en cualquier situación. Pero no debemos confundirnos, este comportamiento podría ser simplemente desconsiderado. Ser asertivo es mucho más que decir lo que uno piensa, es hacer esto siendo cuidadoso y respetuoso con los sentimientos y puntos de vista diferentes a los nuestros.

Las habilidades asertivas nos permiten defender nuestros derechos y expresar nuestros deseos de una manera directa, sincera, adecuada, sin agredir a otros ni ser agredidos. Saber negociar  siendo flexibles, saber pedir y negarse y hacer o recibir quejas y cumplidos.

Podemos distinguir un continuo de tres tipos de comportamientos, en medio del cual se sitúa la asertividad:

Pasivo / asertivo/ agresivo.

En el polo pasivo no somos capaces de hacer valer nuestra opinión y proteger nuestros derechos. Somos sumisos y retraídos, y nos plegamos a las exigencias de los demás sin cuestionarlas. Así conseguimos que las otras personas no sepan con exactitud qué cosas nos molestan o nos duelen, de manera que puede que sigan haciéndolo. En el polo agresivo, defendemos nuestros deseos y derechos de forma tan vehemente que pisamos los de los demás, pudiendo llegar incluso a atacar u ofender a otros, haciendo que sólo deseen alejarse de nosotros.

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Tres son las áreas en las que podemos observar un comportamiento asertivo:

  • La autoafirmación: defender nuestros derechos, hacer peticiones y expresar opiniones.
  • La expresión de sentimientos negativos: manifestar nuestro desacuerdo o desagrado
  • La expresión de sentimientos positivos: hacer o recibir elogios.

Autoafirmación

Cuando hablamos de hacer una petición a alguien nos podemos referir a pedir una revisión de examen, un cambio de turno en el trabajo, aclarar algún malentendido con alguien o incluso hacerle saber a esa persona especial lo que sientes por él o ella.

Estos ejemplos tienen en común, además de que suponen pedir algo, que son conversaciones para las que puedes prepararte, no hay necesidad de improvisar.

¿Qué pasos seguirás para hacer una petición asertivamente?

  1. Has de tener claro qué vas a pedir: qué quiero, cuándo lo quiero, cómo lo quiero, por qué lo quiero…A veces, nuestras emociones nos confunden. El objetivo puede ser que tu jefe confíe más en ti, y no quedar bien con él siendo el empleado que menos protesta. El objetivo puede ser que el vecino del quinto no vuelva a aparcar en tu plaza de garaje, en lugar de hacer que se arrepienta de haber aparcado una vez en tu plaza. Antes de hacer nada, necesitas tener claro cuál es tu objetivo y cuál es tu emoción. Una descarga emocional puede hacerte sentir bien a corto plazo, pero ¿te permite alcanzar tu objetivo?
  2. Elige un momento para hacer la petición. Si estás esperando “el momento adecuado”, siento decirte que no va a llegar, el momento adecuado tendrás que provocarlo tú. Elige cuándo y dónde vas a hacer la petición. Puedes incluso comentarle a esa persona que deseas hablar con él/ella y podéis así fijar un momento. Si después de ese encuentro recuerdas algo que te gustaría haber dicho, no te preocupes, siempre hay una segunda oportunidad, aunque tengas que crearla.
  3. Al realizar la petición ten en cuenta lo siguiente:
    1. Expón el problema o la situación con hechos Éstos no pueden ser rebatidos, precisamente porque son objetivos. Diremos “me colgaste el teléfono sin despedirte”, en lugar de “no te importo lo más mínimo”.
    2. Expresa tus emociones, sentimientos o creencias. Aquí no estás tratando de convencer al otro, sólo le estás exponiendo cómo te sientes. Puede que a otra persona le parezcan desproporcionados o injustificados tus sentimientos, pero son tuyos, tienes derecho a sentirte así y nadie puede negar que sean esas tus emociones.
    3. Expresa tu petición de manera clara y precisa. No son muy útiles las peticiones genéricas: “me gustaría que no fueras tan vago”, “yo sólo quiero que me prestes más atención”. Es imposible que la otra persona entienda a qué te refieres exactamente, por eso, sé lo más concreto posible: “me gustaría que los sábados te levantases antes de la una para que vengas conmigo a hacer la compra”, “me gustaría que, al menos una vez a la semana, hagamos algo los dos solos.”

Es importante que todos estos pasos los realices en primera persona, por ejemplo:me siento infravalorado cuando le asigna las tareas de mayor responsabilidad a mis compañeros en vez de a mí. Yo considero que también  puedo hacer ese trabajo.” Utilizando esta fórmula evitamos que nuestro interlocutor se sienta atacado y tenga por tanto la necesidad de defenderse (“usted me infravalora”), y tampoco damos la impresión de estar tratando de imponer nuestro criterio.

Algo que tampoco debes olvidar: No atribuyas intención alguna al comportamiento de la otra persona. Si interpretas que ha hecho algo para hacerte daño, tu reacción será agresiva. Si, por el contrario, interpretas que lo que ha hecho ha sido para beneficiarte, puede que te comportes de manera pasiva y no le hagas saber lo que realmente piensas.

Expresar sentimientos negativos

Esta área del comportamiento asertivo es, en la práctica, muy similar a la anterior. En estos casos, utilizaremos los mismos pasos que empleamos para hacer una petición. Expresamos con claridad y de manera concreta qué es lo que no nos gusta y, con la misma claridad, explicamos cómo nos gustaría que fuera.

Un tipo de situación algo diferente, que supone también expresar un sentimiento u opinión negativa sería, por ejemplo, la siguiente: un amigo te invita a comer a su casa y sirve en la mesa un besugo en salsa. A ti no te gusta el besugo, pero no quieres disgustar a tu amigo que se ha pasado horas en la cocina. Si solicita tu opinión podrías decirle algo como “el besugo nunca ha sido mi pescado favorito, sin embargo la salsa te ha quedado tan rica que, en conjunto me agrada”. De esta forma estás siendo sincero, dando “una de cal y otra de arena”. Podemos utilizar también la técnica del sándwich: consiste en expresar algo positivo antes y después de decir aquello que no nos gusta. “Esta salsa está muy sabrosa, y eso que el besugo nunca ha sido mi favorito. Y este vino es muy bueno, no lo conocía.”

¿Y qué haces si estás en medio de una discusión? Existen diferentes técnicas que puedes poner en marcha para defender tu argumento o punto de vista.

  • El disco rayado: se trata de repetir tu opinión una y otra vez, con tranquilidad y seguridad, sin dejar que el tema derive en otros. Es importante que cuando repites el mensaje mires a tu interlocutor a los ojos y que tu tono de voz sea moderado y tranquilo.
  • Banco de niebla: aparentas estar de acuerdo pero no lo estás en realidad. Puedes emplear frases como:”puede que tengas razón en eso, sin embargo…”, “entiendo a qué te refieres pero…”
  • Aplazamiento asertivo: si notas que existe tensión entre tu interlocutor y tú, puedes pedir abiertamente un aplazamiento de la conversación. “Creo que ahora mismo estamos los dos muy enfadados y va a ser imposible llegar a un acuerdo. Quizá sería mejor que hablásemos mañana.”
  • Centrar el tema: siempre es importante que un debate gire en torno a un solo problema, si observas que la otra persona está desviando la conversación, vuelve a centrarlo.
  • Quebrantamiento del proceso. Consiste en contestar con monosílabos o respuestas muy breves para evitar que la discusión avance descontrolada. “sí”, “no”, “supongo”, “quizá”. No olvides el lenguaje no verbal, mantén la mirada en la otra persona, y asegúrate de que tu cuerpo está relajado.

Expresar sentimientos positivos

Muchas veces todos pasamos por alto las cosas que otros hacen que nos agradan, o las percibimos, pero simplemente dejamos pasar la oportunidad de hacérselo saber. Ser asertivo también incluye hacer elogios a otras personas, y saber aceptar aquellos que nos hacen a nosotros.

Cuando quieras dedicarle un halago a alguien, intenta ser concreto, mencionar exactamente qué es lo que te gusta tanto y por qué. “Ana, me encanta que siempre recuerdes cómo me gusta el café y me lo prepares perfecto cada vez que vengo.”

Cuando eres tú quien recibe el cumplido, no le quites importancia. “Me encanta tu nuevo corte de pelo, ¡cómo te favorece!” – “Ay, qué dices! Yo no me veo del todo bien”. Simplemente agradécelo.

Éstas son algunas de las técnicas y estrategias que puedes emplear para ser más asertivo en tu día a día. Algunas de ellas serán más convenientes si tu comportamiento habitual es pasivo, y otras te vendrán mejor si sueles emplear cierta agresividad. Obsérvate durante las interacciones con los demás para averiguar cuál es tu estilo. ¿Cómo reaccionan los demás cuando les pides algo, cuando te niegas a hacer algo o  cuando expresas tu desacuerdo? La respuesta de otras personas también te dará pistas acerca de tu talante. Y no olvides diferenciar tus objetivos de tus emociones, no dejes que te confundan.

6 respuestas a «¿Qué es la asertividad?»

Buf, que complicado… Pero que conste que es super interesante. La verdad es que es difícil ser asertivo, o al menos a veces… Yo personalmente creo que he tenido épocas en mi vida en las que era más asertiva, épocas más agresiva y épocas más pasiva. No tengo muy claro de qué depende, la verdad.

Todos tenemos una tendencia hacia alguno de los tres estilos de respuesta,pero es sólo eso, una tendencia. Habrá otros factores, como el tipo de situación, la persona con la que tengamos que tratar, el tema que debemos solucionar, o nuestro momento vital, la inseguridad o la rabia que podemos sentir en ese momento, etc, que harán variar nuestro comportamiento.
No es fácil, por supuesto, ser consciente en todo momento de nuestras propias reacciones, pero es un trabajo personal que, aunque arduo, es muy gratificante.

Muchas gracias por tu comentario!

Si hacemos el esfuerzo de expresar nuestras emociones y sentimientos exponiendo como nos sentimos y tratamos de hacer nuestras peticiones de manera clara y concisa,sin esperar a que los demás adivinen lo que queremos y nos gusta,creo que seríamos todos un poco mas felices.

Estamos mentalizados para mejorar en nuestra profesión, para aumentar nuestro rendimiento en un deporte, para cocinar nuevos platos o para ser mejores conductores. Todo se reduce a «hacer» mejor, pero no a «ser» mejor. Si inviertiéramos el mismo esfuerzo en mejorar nuestras habilidades personales -no sólo las habilidades prácticas- disfrutaríamos mucho más de los momentos de felicidad y haríamos sentir mejor a los que nos rodean.

Muchas gracias por comentar!

Totalmente de acuerdo con el último comentario: nos centramos en «hacer», o incluso en «tener» pero no en «ser». En mi opinión, estom nos aleja de la verdadera felicidad y de vivir una vida con sentido.

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