La comida tiene un poder tranquilizador. Nuestro organismo agradece la comida porque es fundamental para su supervivencia, de hecho, existen circuitos cerebrales diseñados expresamente para generar satisfacción cuando comemos, de manera que repitamos más veces esa misma acción.
Sin embargo, en ocasiones no comemos para subsistir, no comemos porque estemos hambrientos, lo hacemos para calmar una emoción demasiado intensa, como ansiedad, estrés o tristeza. Esto es lo que se llama la ingesta emocional o el hambre emocional.
Las personas que a menudo comen llevados por sus emociones tienen dificultades para distinguir el hambre fisiológica del hambre emocional, es decir, no diferencian claramente entre las necesidades de su cuerpo y las de su mente. Aunque en algunos casos es necesario un trabajo terapéutico más complejo, aquí os dejo algunas claves sencillas para discriminarlas.
HAMBRE FÍSICA | HAMBRE EMOCIONAL |
Es gradual | Es repentina |
Acepta cualquier tipo de comida | Normalmente se dirige a un tipo específico de comida |
Se siente en el estómago | Se siente más arriba del estómago |
Podemos aguantar un poco la sensación | Sentimos la urgencia de comer |
Ocurre a causa de una necesidad física | Ocurre a causa de necesidades emocionales |
Se deja de comer al estar saciado | Se sigue comiendo aún estando saciado |
Suele aparecer cuando llevamos varias horas sin comer nada | Aparece incluso cuando acabamos de comer |
No hay sentimiento de culpa | Existe un sentimiento de culpa al terminar de comer |
Una respuesta a «Hambre física o Hambre emocional»
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