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Alimentación Anorexia y Bulimia

Mitos y realidades sobre los trastornos de alimentación

¿Sabes qué son los trastornos de la conducta alimentaria? ¿Cuántos de estos mitos y estas realidades conoces?

Mitos sobre los trastornos de la conducta alimentaria:

  1. Sólo afecta a mujeres muy jóvenes. Si bien el 95% de las personas diagnosticadas son mujeres que suelen recibir el diagnóstico entre los 13 y los 18 años en el caso de la anorexia, o hasta los 25 en el caso de la bulimia, desde hace ya algunas décadas ha ido aumentando el número de mujeres adultas, hombres y niñas que acuden a consulta con los síntomas de anorexia o bulimia nerviosas. Si bien el desencadenante puede ser diferente según la edad, el género o el contexto, la sintomatología es coincidente. En personas con cierta vulnerabilidad para desarrollar un trastorno alimentario, pueden constituir desencadenantes experiencias como: el embarazo, un aumento o una pérdida brusca de peso, una enfermedad o tratamiento deformante, etc. No obstante, es en la adolescencia la etapa en la que existe mayor riesgo, debido a los grandes cambios físicos que se experimentan a los que se suma el cambio de expectativas y roles sociales a los que los jóvenes deben adaptarse.
  2. Las personas con bulimia vomitan después de comer. No necesariamente. Habitualmente se distinguen dos tipos de BN: la purgativa y la no purgativa. En ambos existen las llamadas conductas compensatorias, acciones que tiene como objetivo compensar el efecto del atracón. En el subtipo purgativo estas conductas pueden ser vómitos, uso de laxantes o diuréticos. En el segundo tipo, los atracones se compensan mediante la práctica de ejercicio físico intenso, periodos de ayuno o de restricción de alimentos. Aunque desde la clínica se subdivide el trastorno de este modo, es frecuente que coexistan ambos tipos de conductas compensatorias.
  3. Su única preocupación es adelgazar cada vez más. A los intentos por adelgazar y no engordar pueden acompañarles síntomas depresivos, altos niveles de ansiedad, dificultades en las relaciones sociales, distorsión de su imagen corporal, consumo de sustancias, conflictos familiares, problemas académicos o laborales, experiencias traumáticas y una larga lista de dificultades. En muchas ocasiones focalizar toda su atención y esfuerzo en controlar la comida, les alivia del dolor que supone pensar en esos otros problemas que sienten escapan a su control y sobrepasan su capacidad.
  4. Evitan pensar en comida. Esto es falso especialmente en los inicios del trastorno, cuando piensan en comida todo el tiempo: qué van a comer, dónde, cuándo, con quién, donde lo van a vomitar, cuántas calorías contiene cada alimento, qué proporción de nutrientes van a consumir…
  5. La culpa es de los ideales de belleza irreal que nos trasladan los medios de comunicación. Aunque es innegable que éstos tienen gran influencia en el autoconcepto y autoestima de las personas jóvenes (y no tan jóvenes), las críticas, expectativas o bromas del entorno cercano son en ocasiones mucho más malévolas. Las exigencias que perciben acerca de “ ser una buena chica”, las expectativas que ponen sobre ella o él en cuanto a alcanzar la perfección en algún ámbito, etc, hace que acaben negando u ocultando las partes de sí mismas que no se adaptan a ese modelo a seguir. Anhelar ser quien no se es conlleva un gran sufrimiento.
  6. Lo hacen para llamar la atención. Existen casos donde la pérdida de peso o la negativa a comer es, no una medida para reclamar atención, si no más bien una manera de manifestar un problema más profundo, donde la anorexia o la bulimia se pueden considerar un síntoma. Esto se encuentra en personas que han sufrido abusos sexuales, niños que son testigos en sus casas de una situación de maltrato, etc.
  7. Las gimnastas y modelos tienen más probabilidades de desarrollar anorexia nerviosa. Ni todas las gimnastas y modelos corren ese riesgo, ni sólo estas profesiones son las de riesgo. Cualquier disciplina o profesión en la que se exija mantener el peso por debajo de una cifra concreta o mantener un aspecto físico determinado supone una gran presión que en ocasiones las personas no son capaces de tolerar. Pero enfermar no es inevitable.
  8. Las personas con BN tienen dificultades para controlar sus impulsos, lo que las lleva a beber en exceso, consumir drogas, etc. Aunque hay estudios que apuntan una mayor prevalencia de abuso de sustancias o práctica de relaciones sexuales de riesgo en personas con bulimia nerviosa purgativa, esto es así en los casos en los que la persona manifiesta algún trastorno de personalidad asociado, con frecuencia el trastorno límite.
  9. No comer, hace que se sientan bien. De hecho, no comer es una manera de evitar sentirse mal, pero no un modo de sentirse bien. Evitan así la sensación de que no tienen fuerza de voluntad, de que no saben controlar lo que ocurre, de que son inútiles.

Realidades sobre los trastornos de la conducta alimentaria

  1. Son enfermedades mentales que pueden provocar la muerte, no sólo por suicidio, sino por desnutrición o choque electrolítico en el caso de la BN.
  2. La AN o BN que ha estado presente durante muchos años puede dejar secuelas físicas tales como: osteoporosis, cifosis (encorvamiento de la columna), problemas gástricos, prolapso de la válvula mitral, daño en los riñones, etc.
  3. En los últimos años se está investigando ampliamente las posibles raíces neurológicas de estos trastornos. En uno de estos estudios dirigidos por Walter H. Kaye, se sugiere que las diferencias en el circuito cerebral en las personas anoréxicas las hace menos sensibles a la recompensa y al impulso motivador del hambre. Dicho de otro modo, el hambre no les motiva a comer.
  4. Existen otras enfermedades, físicas y psicológicas, en las que la persona también puede negarse a comer: Trastorno Obsesivo Compulsivo, psicosis, neoplasia, catexia hipofisaria…que es necesario descartar mediante las correspondientes pruebas antes de diagnosticar un trastorno de la conducta alimentaria.

Fuentes:

http://www.biologicalpsychiatryjournal.com/article/S0006-3223%2814%2900764-1/abstract

AMERICAN PSYCHIATRIC ASSOCIATION (APA). (2002) Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Barcelona: Masson

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