Empezar a practicar deporte es, junto con dejar de fumar, uno de los propósitos más comunes, no sólo a comienzos de año, si no en cualquier momento. Desgraciadamente, también es uno de los que más experiencias de fracaso conlleva. A veces la dificultad está en el inicio, es decir, en encontrar un motivo realmente poderoso que nos lleve a comprometernos con esa actividad. En otras ocasiones, aunque tengamos una motivación firme, no logramos establecer el ejercicio como un hábito, y cuando conseguimos superar estos obstáculos, podemos encontrarnos con problemas para mantener la práctica del deporte durante el tiempo suficiente.
Así pues tenemos que superar tres fases para conseguir que hacer ejercicio sea una parte natural de nuestro estilo de vida.
- Motivos para empezar a hacer deporte
Probablemente existen tantas razones para hacer deporte como personas que lo practican. Pero podríamos agruparlos en estas categorías:
- Competir. No a un nivel profesional, pero sí quizá con la intención de participar en carreras, masterclasses, rutas en bicicleta o a nado, etc, ya sea para tratar de ganar o por la satisfacción de formar parte de ello.
- Salud. Bien para tratar de corregir pequeños problemas, bien para prevenirlos: diabetes, colesterol, problemas cardiacos, dolores musculares, etc
- Estética. En esta categoría encontramos varias vertientes: adelgazar, tonificar, aumentar masa muscular, etc
- Diversión. Como parte de una vida activa en la que buscamos nuevas actividades de ocio.
- Compartir tiempo de calidad con la pareja, los hijos o los amigos. Ya sea por dar un ejemplo de vida saludable a los niños, o incluso por el temor a quedarnos excluidos de los planes con amigos.
- Superación personal. Plantearse retos que superar en el deporte puede aportarnos mayor seguridad y confianza para afrontar desafíos en otras áreas.
- Desconexión /relajación. Algunos pueden hallar su momento de relax en el yoga o el pilates, mientras otros alcanzan ese estado idílico tras una carrera o una clase de crossfit.
Puede ser uno de ellos, o una combinación de varios, en cualquier caso, no existen malos motivos para hacer ejercicio, pero sí existen motivos a los que les otorgamos una importancia desmesurada generando así expectativas poco realistas. Si nos convencemos, con la buena intención de motivarnos, de que una actividad cardiovascular suave practicada tres veces por semana va a revertir rápidamente nuestro nivel de colesterol, abandonaremos en cuanto el médico nos haga la siguiente analítica. Si el objetivo que nos marcamos en un principio tiene que ver con conseguir un vientre plano, nos sentiremos fracasados en cuanto nos sintamos hinchados o retengamos líquidos.
Como decía, no existen motivos malos, pero los más adecuados serán aquellos que sea posible dividir en submetas, objetivos a corto o medio plazo, más fácilmente alcanzables dependiendo del nivel del que partamos. Si en este momento eres capaz de hacer correctamente diez flexiones, un objetivo razonable será tratar de aumentar una repetición cada semana. En cambio, si tienes en mente llegar a hacer cuarenta flexiones seguidas, verás tan lejos la meta que perderás las ganas por el camino.
- Cómo crear el hábito
No existen fórmulas mágicas e infalibles con las que implantar un hábito de la noche a la mañana. Es un proceso que requiere esfuerzo y que pasa por los siguientes puntos:
- Elegir una hora determinada y llevarlo a cabo siempre a la misma hora. Si nuestros horarios de trabajo, por ejemplo, son cambiantes, tendremos que hacer la planificación cada lunes o cada noche, según el caso. De cualquier manera, la hora de deporte debe figurar en la agenda.
- No empezar realizándolo a diario. Si vamos a empezar a hacer deporte bastará con tres días por semana.
- No hacer valoraciones hasta pasados los primeros treinta días. No es fácil evitarlo, pero no servirá de nada revisarnos en el espejo después de cada rutina, ni pesarnos todos los días, ni contar el número de repeticiones que hemos hecho y compararlo con las de ayer. Al menos debemos dejar pasar el primer mes.
- Durante ese mes, será necesario que una parte de nosotros nos obligue a realizar la actividad. Nuestro cuerpo dirá que no, se quejará de cansancio, nuestra mente argumentará que tenemos muchas cosas que hacer, pero tiene que haber una pequeña voz en nuestra mente que se imponga y les haga callar.
- Cómo mantener el hábito
Hemos superado airosos el primer mes de práctica deportiva. Bien, y ahora, ¿qué? La motivación no dura indefinidamente, pero hay pequeñas estrategias para renovarla y hacer que se desdibuje lo menos posible.
- Aquí adquieren gran importancia los objetivos y metas que nos marcamos en un principio. Éstas debían ser realistas, accesibles, estar divididas en submetas más sencillas y a más corto plazo. En definitiva, metas que nos veamos capaces de alcanzar.
- Los retos que nos planteemos han de estar justo por debajo de nuestro límite. Si está por encima, nos frustraremos enseguida y si están muy por debajo no supondrán un reto.
- Reconocer los propios límites, lo que no quiere decir que nuestra actitud sea derrotista. Todos tenemos puntos débiles que nos limitan para realizar determinados deportes, alcanzar cierto nivel, etc, pero sólo desarrollaremos una actitud victimista si el modelo a seguir que nos proponemos es demasiado diferente a nosotros. Si quiero aprender a jugar al tenis no me pondré como referente a Rafa Nadal, sino a alguien que lleve jugando al tenis tres o cuatro meses más que yo, porque ése nivel si me veré capaz de alcanzarlo en un periodo corto /medio de tiempo, y lo que verdaderamente nos motivan son los logros a medio plazo, no a largo.
- Valorar el avance en diferentes áreas o frentes. No basar nuestra autoevaluación sólo en un dato como el peso, o la distancia recorrida o el peso levantado. Debemos tener en cuenta cuantas más variables mejor. Quizá en los últimos meses los ejercicios de brazos se te estén resistiendo, pero puede que hayas mejorado mucho tu capacidad pulmonar y tu resistencia, o tu flexibilidad.
- Normalizar el sentimiento de desgana y pereza, que todos los deportistas y aficionados tienen. No significa que por ello abandonen, esos son los días en los que hay que poner en marcha la fuerza de voluntad.
- Escaquearse un día no significa ser un escaqueado. Por supuesto hay que intentar no romper la rutina deportiva una vez que la hemos creado pero saltarse un día de entrenamiento no debería traer consigo un castigo. Si nos castigamos por ello, hacer deporte se puede convertir simplemente en un modo de evitar la penalización en lugar de una actividad con la que disfrutar.
“Dentro de un año desearás haber empezado hoy”.
Una respuesta a «Cómo motivarte para hacer deporte»
Muy buenos consejos. Creo que también ayuda elegir una actividad que nos guste (nada de empezar a correr porque todo el mundo lo hace si lo que nos llama es el yoga) y buscar un «aliado», un amigo/familiar/pareja con el que ir.