Categorías
autoconocimiento Emoción

¿Qué te pasa cuando dices que no te pasa nada?

Un día cualquiera te despiertas serio, taciturno, sin muchas ganas de hablar, como si tuvieras la batería a media carga. Llegas al trabajo y un compañero te dice que pareces triste, te pregunta qué te pasa. Dices que estás bien y continúas la jornada. De camino a casa te cruzas con un amigo que te dice que pareces enfadado. “No estoy enfadado, estoy bien”, le respondes.

Tú te notas diferente, no estás igual que ayer, no tienes muchas ganas de hacer nada, pero ¿por qué? ¿Estás preocupado? ¿o triste? ¿o enfadado? ¿Estás bien, como tú dices?

Quizá no sea ninguna de estas cosas, pero lo cierto es que no lo sabes. Dices que estás bien porque no sabes cómo estás.  Hay algo que te tiene intranquilo, es una sensación desagradable, pero no puedes identificar qué es.

¿Por qué a veces nos cuesta reconocer nuestras propias emociones?

El del comienzo es sólo un tonto y simple ejemplo de cómo en ocasiones nuestro estado de ánimo es un enigma para nosotros y para el que nos observa. Nos sentimos inquietos por algo pero no sabemos por qué, o le hablamos a los demás como si estuviéramos enfadados pero al mismo tiempo sentimos algo parecido a la tristeza, entonces ¿por qué nos sale en forma de rabia?

Existen varios motivos que responden a la pregunta que nos hacemos al comienzo.

  • En ocasiones caemos en el error de confundir pensamientos y emociones. Se me ha quemado la comida porque soy mal cocinero. Quizá estés sintiendo vergüenza por haber estropeado la cena a tus invitados. Esta es una forma de protegernos de las emociones que nos desagradan, ocultándolas detrás de un pensamiento que solemos consolidar en nuestra mente y lo damos por cierto e irrebatible. Como al pensamiento le damos credibilidad, éste tiñe nuestra visión del mundo y de nosotros mismos.
  • Las emociones suelen ser complejas y por lo tanto, difíciles de definir. Si nos pidieran una definición de, por ejemplo, euforia, tardaríamos un momento en tener la respuesta precisa, ¿verdad?
  • Tenemos carencia de vocabulario emocional concreto y preciso. A lo largo de nuestra vida no hemos aprendido a describir nuestros sentimientos. Por esta razón, no tenemos una gran memoria para las emociones, es decir, cuando experimentamos un sentimiento nuevo, intentamos asignarle una etiqueta ya conocida, por lo que acabamos más confundidos. La primera vez que sentimos frustración la podemos categorizar erróneamente como ira, o como vergüenza, pero, aunque puedan darse en una misma situación, no son lo mismo.

Como decía, no manejamos un vocabulario muy amplio para hablar de emociones, por eso, voy a proponer unas cuantas palabras que nos ayuden a definir nuestro estado de ánimo. En esta tabla se encuentran siete grandes categorías emocionales y los nombres de algunas de las emociones que las integran:

vocabulario emocional

¿Reconoces todas las emociones que se encuentran en la tabla? ¿Recuerdas situaciones en las que podrías haberte sentido identificado con alguna de ellas? ¿Cuál define tu estado de ánimo en este momento?

Identificar correctamente las emociones es una habilidad en constante aprendizaje.

Las circunstancias que desencadenan las distintas emociones van variando al ritmo que nos hacemos mayores ya que nuestro entorno también cambia. La experiencia que vamos adquiriendo hace  que surjan nuevos sentimientos. Ahora bien, aunque las emociones sean múltiples y muy variadas, unas ya conocidas y otras novedosas, el modo de identificarlas es el mismo. Hay tres pasos básicos que seguimos para descifrar cualquier emoción:

  • Identificar la emoción, ponerle un nombre a eso que estamos sintiendo. Quizá sea una emoción ya conocida o quizá tengamos que buscar una etiqueta nueva, hagamos uso de la tabla anterior.
  • Identificar la sensación corporal. Cómo y dónde sentimos esa emoción.
  • Identificar el estímulo que la provocó.

Siendo conscientes de estos tres pasos podremos aumentar nuestra memoria para las emociones, es decir, aumentar el registro que hacemos de las situaciones –conflictivas o agradables- que vamos viviendo, y de lo que desencadenan en nosotros. Qué tipo de ambientes te hacen sentir incertidumbre, debido a qué sientes arrepentimiento, qué es lo que te frustra, o lo que te hace experimentar compasión.

¿Y de qué nos sirve aumentar ese registro de situaciones y emociones asociadas?

Podemos usar esa información sobre nosotros mismos para cuatro cosas, fundamentalmente.

  • Para regular nuestras emociones, evitando que nos sobrepasen. Esta regulación la conseguimos cuando somos conscientes de nuestro esquema de respuesta a las emociones, de nuestras reacciones ante ellas.

Emoción -Impulso -Reacción

  • Experimentar las emociones de una manera reflexiva y no reactiva. Esto nos será útil para aprender a tolerar los estados emocionales negativos, viendo claramente que no hay que temerlos o evitarlos.
  • Para regular nuestra reacción. Sólo así podemos reevaluar, modular o cambiar nuestros actos.
  • Conocer nuestras propias emociones es un ingrediente fundamental para desarrollar la empatía, para comprender las emociones de los otros. Lo que, a su vez, es un componente básico para una buena comunicación y por lo tanto, para una buena relación, ya sea laboral o personal.

Hay un punto más, que dejo para el final por ser el más complicado. Es el último paso para lograr una buena gestión de nuestras emociones: investigar por qué nos afecta de ese modo. Una vez que ya sabes qué tipo de ambientes te hacen sentir incertidumbre, debido a qué sientes arrepentimiento, qué es lo que te frustra, o lo que te hace experimentar compasión, sólo queda averiguar el por qué. ¿Por qué esa situación y no otra te provoca esa emoción, y no una diferente? Esta parte del trabajo es muy personal, algo más complicada que las otras, sin duda, pero muy reconfortante cuando se lleva a cabo. Se necesita un poco de paciencia, y curiosidad por saber más de nosotros mismos. No se trata más que de indagar en tu propia historia, tú conoces tu vida mejor que nadie, y poniendo un poco de atención –y de intención- serás capaz de encontrar situaciones anteriores, positivas o negativas, que expliquen por qué ahora te sientes así.

Constantemente sentimos emociones. Pregúntate ¿qué estoy sintiendo ahora?, ¿qué circunstancia hace que me sienta así?, ¿por qué ese acontecimiento me provoca este sentimiento? Y recuerda que esto es aplicable a todas las emociones, desde la tristeza más profunda a la euforia desatada, todas deben ser identificadas y todas se pueden regular.

3 respuestas a «¿Qué te pasa cuando dices que no te pasa nada?»

Leyendo la tabla me doy cuenta de que no sabría explicar la diferencia entre algunas de esas emociones, realmente necesitamos ampliar el vocabulario emocional y darle más importancia ala regulación emocional ya que influye en cualquier aspecto de nuestras vidas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *