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¿Y si nunca es suficiente?

Cuando hablamos de anorexia o de bulimia lo primero que viene a la mente es “deseo de estar delgado” o “miedo a engordar”. Esta simplificación es una de las causas por las que se hace tan difícil la prevención de estos trastornos.

Si creemos que basta con mentalizar a los más jóvenes de que estar delgado no es sinónimo de éxito o de que la belleza está en el interior, estamos dejando a un lado uno de los factores más importantes en el desarrollo de estas enfermedades:

El miedo a no ser suficiente.

No soy suficientemente sociable.

Mis notas deberían ser más altas.

No soy tan buen hermano como debiera.

Podría jugar mejor al tenis.

Debería colaborar en asociaciones.

Tengo que ser más amable y simpático.

Mis opiniones no son tan interesantes como las de mis amigos.

Mi cuerpo no tiene las proporciones que debería tener.

Ser demasiado exigente ¿nace o se hace?

Se comenta con frecuencia que las personas con anorexia son muy exigentes consigo mismas. (Las que tienen bulimia o trastorno por atracón, también). Se dice esto como si el alto nivel de exigencia fuera un característica con la que nacen, sin embargo, las investigaciones que hay al respecto apuntan más bien a que es algo que aprenden e interiorizan.

No es difícil aprender esto. Estarás pensando ahora en las revistas de moda y medios de comunicación y publicidad, que nos bombardean con imágenes del ideal al que tenemos que aspirar. Pero hay más. Aparte del entorno más cercano en el que tal vez padres, profesores, hermanos mayores o amigos señalen siempre las áreas que se podrían mejorar, y no tanto aquellas que están bien, hay presiones que vienen desde un entorno más alejado y sutil.

Si ganas existes, si pierdes desapareces

Estamos rodeados –adultos, adolescentes y niños- por las historias de los ganadores. Las biografías, las conferencias, las entrevistas y documentales son acerca de los que llegaron a lo más alto. No es sencillo conocer las historias de quienes se quedaron en un escalón más bajo, bien porque no pudieron seguir subiendo, bien porque se sintieron satisfechos ahí.

Las historias de vencedores son inspiradoras, nos invitan a soñar en alta definición y nos enseñan que es posible. También son un arma de doble filo. Nos enteramos de ellas cuando ya han llegado a la cumbre. Aunque nos cuenten que los inicios fueron duros, que hubo fracasos por el camino, lo que vemos aquí y ahora es el éxito. En nuestra mente esto se dibuja como una realidad más grande y nítida que esos fracasos o intentos previos.

¿Las dificultades del inicio? Las relativizamos. Las vemos alejadas, en pequeñito. Nuestro cerebro nos engaña, nos hace creer que eso que vemos ahora ha llegado rápido y lo ha hecho en el mismo contexto en el que nos encontramos nosotros. Que aparezca la comparación es inevitable. Pero en esa comparación no tenemos en cuenta todos los factores que rodearon a esa persona y todos los que nos rodean a nosotros.

Un éxito para cada persona

Mentalizar y mentalizarnos de que ese éxito que vemos no es el único éxito que existe, que no tenemos ninguna obligación de llegar a esa misma meta, que “ser suficiente” no es sinónimo de resignarse o de no tener ambición, sino de aceptar el punto en el que te encuentras tú en estos momentos, es uno de los pasos necesarios para restarle protagonismo a ese afán de perfección que nos lleva a hundirnos. Es importante perseguir objetivos, pero tienen que ser tus objetivos, no los de otras personas.

Retomando el asunto con el que hemos empezado, los trastornos de alimentación.

¿Por qué la idea de que la perfección es alcanzable arrastra a una persona hacia un trastorno alimentario?

Acortando un poco la respuesta a esta pregunta, podemos decir que la comida ayuda a calmar la ansiedad que uno siente cuando se evalúa como “insuficiente” o “incapaz”, y la preocupación excesiva por mantenerse en un peso o forma física determinada enmascara esa “incapacidad”, porque al menos se siente al mando de su peso.

“Soy incapaz de controlar el resto de mi vida, pero nadie puede quitarme el control de lo que como o del ejercicio que hago”.

Se convierte en el único lugar de reafirmación personal donde sentirse seguro y medianamente competente.

Por qué unas personas buscan esa seguridad en su físico y en su alimentación y otras no, es una cuestión mucho más compleja que no cabe en este post.

Además de promulgar la belleza interior –cuya importancia es indiscutible-, no estaría mal que nos esforzásemos un poco más es desarrollar un pensamiento crítico que nos permita desde muy jóvenes discernir qué es lo que nos hace sentir bien a cada uno de nosotros. Qué metas queremos alcanzar y por qué, cómo deseamos vivir y en qué dirección ir.

No es la solución definitiva, pero es una solución necesaria.

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