A Pablo le envían amenazas por snapchat.
En cuatro ocasiones, varios chicos le esperaron al salir del instituto para pegarle, grabarlo en vídeo y luego enviarlo a los compañeros del centro.
Le han sacado fotos en el vestuario y las han colgado en una página de internet.
En clase se refieren a él por motes que se burlan de su aspecto.
Pablo lo ha denunciado ante sus profesores. Algunos le han dicho que intente ignorar a sus compañeros y se les acabará olvidando. Otros le han dicho que tiene que aprender a defenderse.
Historias como ésta son frecuentes ¿verdad?
Y si te digo que Pablo no es un niño, si no que tiene 28 años y que las fotos íntimas, los insultos y las amenazas no ocurrieron en el instituto, sino en el club deportivo al que pertenecía, ¿seguiría siendo creíble la historia? ¿Sería igualmente una historia que has escuchado antes?